lunes, 19 de marzo de 2012

LA CREMÀ NO ES EL FIN, ES EL PRINCIPIO





Las Fallas, la fiesta en sí, pero especialmente la Cremà, es una metáfora más que actual sobre la vida bien entendida,

Podemos dedicar todos nuestros esfuerzos a una tarea que tiene un claro fin; pero por muy loable que esta sea, debe regenerarse periódicamente para construir el proyecto. Cuando quemamos una Falla, revitalizamos el comienzo de la siguiente, ya estamos pensando en la siguiente, y lo hacemos no como una ruptura, sino como un continuum, pensamos en el comienzo de la siguiente, dentro del proyecto común y solidario que representa la Comisión Fallera y lo hacemos toda la comisión, con confianza, conjuntamente, porque también en ese acto quemamos los sinsabores, los errores de los que aprendemos, y también los malos momentos que se hayan podido suscitar.



Cuando quemamos una Falla, no inmolamos una comisión, ni a su presidente, lo que hacemos es dar paso a un nuevo proyecto ilusionante, nuevamente ambicioso, pero también un nuevo proyecto que enmienda los errores pasados, que aprende y aprehende para avanzar, durante el nuevo ejercicio más unidos, con más cordialidad, con más responsabilidad, con más trabajo, con más ambición y con el convencimiento de hacerlo mejor.



La Cremà es en definitiva una oportunidad y por tanto un sueño por un futuro que puede parecer incierto, pero que a la vez es ilusionadamente, es una manera de revitalizar la comisión de la falla y de volver a estar unidos en un único proyecto, con un único objetivo compartido por todos los miembros de la comisión.

Así es la Cremà, es el fin y el principio. ¡Vamos, al trabajo! 

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